El rincón de Leodegundia

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domingo, mayo 19, 2013

Pensar


Atribuido a Jacob Jordaens


Yo pienso cuando callo;
al hablar se destruye el pensamiento.
Por eso en el silencio me amurallo,
entre los brazos del recogimiento.


En esa soledad fluye la idea,
sin quedar recortada en el vocablo,
que, falsificador, la bastardea.
Pensar es serio, y al pensar, no hablo.


Francisco Álvarez Hidalgo



Cuando leí este poema breve de Francisco, me llevó a reflexionar si no sería bueno que en estos tiempos tan agitados por los que estamos pasando en los que el descontento, la tensión, la inseguridad y la impotencia nos arrastran a hablar e incluso gritar para soltar la rabia que llevamos dentro, tal vez si guardáramos silencio y nos concentráramos en pensar podríamos encontrar el camino de salida del laberinto en donde estamos metidos, porque es cierto que mientras se habla o se grita, no se piensa.

domingo, mayo 12, 2013

Costa curiosa

El mar y el viento se unen a veces para esculpir las costas logrando formaciones muy curiosas. Una de ellas es la conocida como Pancake Rocks en la isla sur de Nueva Zelanda.


Está formada por bandas de piedra caliza separadas por otras mas estrechas lo que da lugar al nombre de pancakes (tortitas).


Y con el paso del tiempo y por la acción de la lluvia que fue horadando la roca, se fueron formando unas cuevas subterráneas que se convirtieron en respiraderos y al subir la marea y romper las olas el agua sale expulsada por ellos consiguiendo lo que en mi tierra se llaman bufones.





Demos ahora un paseo tranquilo por la zona
















Y llegados al final del paseo nos encontramos con un panel que nos pregunta ¿Qué ves? Y es que para toda obra de arte, y esta costa lo es, hay interpretaciones variadas según la persona que la contemple y parece ser que hay quien ve en estas rocas criaturas extrañas que alguien según su imaginación dibujó para que los visitantes intenten verlas en la roca ¿las ves tú? Sinceramente, forzando mucho mi imaginación yo sólo logro vislumbrar las dos de las esquinas.




¡Gracias María por las fotos!

domingo, mayo 05, 2013

Otra forma de curar


Albert Anker (1831-1910)

Cuando no existía la medicina tal y como la conocemos ahora, muchas enfermedades del cuerpo y del alma era tratadas, ya que no siempre curadas, por unas personas muy particulares, los curanderos. 

A grandes rasgos parece que en mi tierra había tres clases de curanderos, los curanderos predestinados que eran unos individuos en los que se daban ciertas circunstancias en el momento de su nacimiento, como llorar en el claustro materno, tener grabada una cruz en el paladar y la rueda de Santa Catalina en la base de la lengua o haber nacido en Viernes Santo, entre otras. Y a estos curanderos se les llamaba saludadores.

Su forma de curar era echando el aliento, aplicando su saliva e incluso su orina sobre las lesiones al tiempo que recitaban conjuros y oraciones.

Otra clase de curanderos era por aprendizaje, como por ejemplo los ensalmadores. Quizás estos fueron los curanderos mas comunes y en sus rituales utilizan la palabra ensalmo. El conocimiento de estos curanderos se transmitía poco antes de morir de padres a hijos o de suegras a nueras. En realidad esta forma de sanar tiene más que ver con la forma de realizar los rituales que con el curandero en si.

Y por último los curanderos de ocasión. Estos eran en realidad unos curanderos bastante curiosos porque ni habían sido predestinados y nadie les enseñó los rituales. Sencillamente eran personas que en un momento dado estaban en el lugar en donde se iba a celebrar algún ritual y les tocaba colaborar.

Como por ejemplo para tratar una enfermedad infantil, los ingalius. Este padecimiento poco preciso se caracterizaba por la extrema delgadez y la anemia. Se decía que cuando un niño estaba encanijado era que tenía los ingalius y para curarle se reunía la familia y le ataban las piernas con un hilo de lana hilada en la casa. Luego, una persona lo llevaba a una encrucijada de dos caminos por los cuales hubiera pasado o pudiera pasar el viático. Allí se sentaba con el niño entre sus brazos y a la primera persona que pasaba le entregaba unas tijeras y le decía: Hombre que vienes con fortuna, corta los ingalius a esta criatura. Y el hombre o la mujer cortaba el hilo que ataba las piernas del niño y con esto quedaba cortada la enfermedad. Un requisito para que el rito surtiera efecto es que había que realizarlo en silencio y las personas que intervenían tenían que separarse sin despedirse.

El curandero de ocasión tomaba parte también en lo que era conocido como bautismo del puente. Este bautismo era un bautismo anticipado para prevenir abortos y malos partos. Para llevarlo a cabo, la embarazada se dirigía a media noche hacia un puente que tuviera un crucero de caminos y tenía que ser siempre el último sábado de un mes. El primero que apareciera por allí sería el que ejercería de curandero de ocasión mientras se retiraban los familiares. El curandero ponía un gramo de sal en la boca de la embarazada y hacía una cruz en su vientre con un hisopo de agua bendita mientras pronunciaba frases sacramentales con los nombres del supuesto bautizado. Terminada la ceremonia se arrojaban al río los utensilios empleados y se reunían todos en el campo para cenar.

Una de las enfermedades mas temidas en aquellos tiempos era el mal de ojo, sobre todo durante la infancia y que se producía por ser mirados con ira o envidia por personas capaces de producir este mal. Para curar esta enfermedad se empleaban muchos remedios, oraciones, aspersiones con el ramo de laurel bendecido en el día de Ramos y empleo de objetos como medallas o amuletos,  de los que el mas eficaz parecía ser la cigua o puñesín (mano normalmente de azabache con el puño cerrado que tiene el dedo pulgar metido entre el índice y el medio) Claro que no siempre esto daba resultado, así que había que acudir al curandero que empleaba algún ritual, el mas común de los cuales era el de pasar el agua mientras recitaba un conjuro mas o menos como este: Dos ojos te vieron y un corazón malo. Dios te bendiga y el Espíritu Santo.

Aunque ahora os parezcan una tontería todas estas ceremonias, la gente de entonces se las tomaba muy en serio y eran muy respetadas. Además yo no creo que la forma de proceder de aquellas gentes esté muy lejos de las que ahora van a que les echen las cartas, o le pasen el agua, o les realicen cualquier ritual para tener suerte en el trabajo, en el dinero o en el amor y eso que ya estamos en el siglo XXI y se supone que ya no deberíamos de creer en nada de eso.