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sábado, febrero 07, 2009

Nacido para reinar

“El Príncipe de Viana” de José Moreno Carbonero (1858-1942)


Si, Carlos, Príncipe de Viana, había nacido para reinar y sin embargo no reinó y de eso se encargó su padre, personaje con una gran capacidad para crear conflictos y que a pesar de que precisamente él no había nacido para reinar, si reinó. Así es la vida.

Veamos, Carlos era hijo de la reina Blanca de Navarra y del que luego fue Juan II de Aragón, por lo tanto heredero de ambas coronas, pero como ya dije, no reinó. ¿De quién fue la culpa? como en todos los conflictos, creo que a todos los integrantes en el mismo les corresponde una parte:

A la madre, que en el afán de todas las madres de que su marido y sus hijos se llevan bien, en muchas ocasiones meten la pata y Blanca de Navarra la metió pues aunque en su testamento nombraba heredero universal a su hijo primogénito Carlos, le recomendaba que por el respeto debido a su padre, no se coronara rey sin la bendición de este, lo que nos demuestra que la pobre ni conocía bien a su marido ni tampoco a su hijo.

Al padre, que en su afán de gobernar aun sin derecho ninguno, vio el cielo abierto pues lo que menos tenía en mente era darle la bendición a su hijo.

Al hijo, pues hay que reconocer que no era un príncipe heredero al uso, no olvidemos que todo esto se desarrolla hacia el año 1441 en que muere la reina y en esa época lo que hacía ganar puntos a un heredero era que fuera peleón y ambicioso por naturaleza y de ambas cosas andaba escaso Carlos. De niño, en lugar de perseguir a gorrazos a sus amigos, a los pajes, a las criadas, al perro y gato y a todo ser que se moviera a su alrededor como haría todo buen heredero, se dedicaba a estudiar apartado de las luchas e intrigas palaciegas. Quizás esto fuera lo que provocó la inquina que le tenía su padre porque tengamos en cuenta lo que sentiría cuando preparados para intervenir en una de aquellas algaradas tan corrientes sus amigotes le preguntaran ¿dónde está tu hijo, no viene a luchar con nosotros? y el padre tuviera que contestar, pues no, está en casa estudiando. Las risotadas del grupo seguro que alertaban al enemigo y al padre se le pondría la cara de un insano color granate. Claro, hoy eso sonaría bien, que un hijo prefiera quedarse estudiando a participar en algún evento sería el deseo de todo padre, pero en aquella época las cosas no funcionaban así.

Bien, visto que cada uno a su manera tenía su responsabilidad veamos lo que sucedió.

Aunque Juan II no pintaba nada en el gobierno de Navarra ya que sólo fue rey consorte y el heredero de la corona era su hijo, a la muerte de su esposa y como no pensaba darle la bendición al heredero, se tomó todas las atribuciones que pudo llegando con su postura a propiciar la formación de dos bandos, los beamonteses que apoyaban a Carlos y los agramonteses a él. Estas diferencias llevaron a los dos grupos a enfrentarse en la batalla de Aibar en donde Carlos fue hecho prisionero pues de lucha sabía poco y de astucia menos y los que le apoyaban debía de andar flojillos también en esos temas.

Juan era un hombre acostumbrado a mandar y a tomarse atribuciones ya que su hermano el rey de Aragón, Alfonso V, casi siempre estaba ausente y además no tenía descendientes lo que le dejaba el camino libre para hacer y deshacer a su antojo hasta que por fin, cuando el rey murió, el pudo ponerse la corona con todos los derechos, derechos que tendría que pasar luego a su hijo Carlos al ser el primogénito, pero si no estaba por la labor de dejarle ser rey de Navarra, mucho menos le dejaría serlo de Aragón a pesar de que tanto las Cortes del reino como las catalanas le exigían que lo nombrara príncipe heredero y futuro rey.

Para complicar aún más las cosas Juan II había vuelto a casarse, esta vez con Juana Enriquez, mujer ambiciosa según dicen, que quería la corona para su hijo Fernando al que el rey otorgó los títulos de duque de Montblanc, conde de Ribagorza y señor de Balaguer que le hubieran correspondido a Carlos según los capítulos matrimoniales en su boda con Blanca de Navarra y que por tradición tenían que ser concedidos al primogénito. Hubo presiones para que el rey cediera a favor de Carlos y este firmó un documento denominado Concordia de Barcelona que aparentemente resolvía el problema, pero sólo era aparentemente ya que poco después Carlos era detenido y encarcelado en Lérida por orden de su padre al ser acusado de mantener tratos secretos con el rey de Castilla. Metedura de pata de Juan II que originó una guerra civil tanto en Navarra como en Aragón y Cataluña lo que obligó al rey a liberar a su hijo y a firmar otro documento por el que le reconocía como heredero, claro que esto fue sólo de boquilla pues los planes del rey era que su hijo Fernando fuera el heredero de la corona y para lograrlo hizo todo lo que pudo y mas para acorralar a su primogénito frustrando cualquier maniobra que éste intentara para obtener las coronas que por ley le pertenecían.

Se puede decir que Carlos no fue feliz en su vida, un padre que no le quería, una esposa que no le dio heredero, un intento frustrado de casarse con Isabel de Castilla, la intromisión de su padre para que no pudiera realizar una alianza con Francia y así recuperar el trono de Navarra y sobre todo su carácter que no valía para todas estas luchas e intrigas no le dieron ni paz ni reposo y quizás lo único que le complació fue su amor por la música y la literatura. Escribió varias obras siendo la mas destacada la titulada “Crónica de los reyes de Navarra”.

Murió a los cuarenta años de muerte natural aunque siempre quedó la sospecha de que hubiera sido envenenado por su madrastra con el visto bueno del rey.

19 Comments:

Blogger Ligia said...

Muy interesante la historia de este hombre. ¡Cuántas maquinaciones! En aquellos tiempos y ahora también... Besos

febrero 07, 2009 10:00 a. m.  
Blogger Carmine said...

Digo lo mismo que Ligia, no conocía la historia. La realidad supera siempre la ficción. Carmen. Besos.

febrero 07, 2009 10:07 a. m.  
Blogger Maca said...

La historia se repite, por el poder se matan y tienen lugar toda clase de abusos, aún hoy en día....si pudieran...rodarian cabezas, pero literalmente
UN BESO

febrero 07, 2009 2:38 p. m.  
Blogger Javier said...

¿existe alguna diferencia entre el ayer y el hoy?`pienso que no.
Besicos.

febrero 07, 2009 4:45 p. m.  
Blogger Azusa said...

Pobre hombre, vaya mala suerte tuvo con su padre...

febrero 08, 2009 12:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No lo digo en tono peyorativo pero con los Trastámara y sus luchas por el poder hay para escribir un culebrón con todos los aditamentos de intriga, etc…
El historiador Lafuente juzga así al Príncipe: "Hijo injustamente odiado y príncipe ilegalmente desposeído, no acertaba a ser ni rebelde ni sumiso sino a medias. Resuelto y valeroso en Navarra, irresoluto espectador en Nápoles, generoso y desinteresado en Sicilia, precipitado en Mallorca, reverente y humilde en Cataluña, sin dejar de ser conspirador y desobediente, ni tuvo la suficiente constancia y energía para presentarse siempre como vindicador de sus vulnerados derechos de hijo y de príncipe, ni fue lo bastante humilde para disipar los recelos de un padre desafecto y conjurar las iras de una madrastra iracunda".
El juicio es un poco duro, me parece a mí. En el fondo es un personaje atípico, quizá con una sensibilidad más civilizada que los tiempos que le tocó vivir. Has razonado toda esa serie de errores (y trampas) de forma espléndida. Pero ¿Sabes? …Llevo un rato pensando en cuán diferente sería la Historia si en lugar del “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”, en lugar de Fernando, hubiera sido Carlos. Pero eso ya sería, no culebrón…sino ciencia ficción. :o)
Un abrazo

febrero 08, 2009 1:27 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

mmmm cuanta conspiración... antes y ahora muchisimo mas :D

febrero 08, 2009 6:30 p. m.  
Blogger Isabel Barceló Chico said...

Tremendo, Leo. Le tengo simpatía porque en casa de mis padres había una copia de ese cuadro, por el que siempre he sentido cierto cariño. Desde luego las mujeres metemos la pata muchas veces, en general, siempre que condicionamos dejamos nuestros derechos en manos de los maridos. Esto es algo que nunca hay que hacer, creo yo, porque al fin y al cabo, aun siendo buenas personas, si se casan por segunda vez... En fin, que yo lo tengo claro: todo lo que logre tener, será para mi hijo y nada más. Un beso enorme, querida amiga, nos sigues deleitando con historias de lo más interesantes.

febrero 09, 2009 6:53 p. m.  
Blogger Alyxandria Faderland said...

La reina metio la pata hasta el pescuezo, aunque con ese caracter poco apto para la epoca lo mas probable es que de no morir naturalmente, alguien lo hubiera despachado con algun venenito.
Fernando el Catolico, que se beneficio de esto, para mi es un personaje totalmente antipatico, como dijo un escritor solo sirvio para hacerle hijos a la reina y meterle cuernos.

febrero 10, 2009 1:18 a. m.  
Blogger Tawaki said...

Interesantes intrigas, más cuando anda la familia por medio. Lo curioso es que no lo mataran antes.

Un abrazo.

febrero 10, 2009 10:55 a. m.  
Blogger @Intimä said...

El poder siempre va unido al despestrigio, o casi siempre.
Besitos.

febrero 10, 2009 2:39 p. m.  
Blogger RosaMaría said...

En todos lados se cuecen habas... y si que empezó de antiguo la cosa. No creo que fuera muy desdichado por no ser rey, si en su parte afectiva tal vez. Cosas de la corte que se van repitiendo aunque con más sutileza en la política de muchos países.
Gracias por ilustrarnos, un abrazo.

febrero 10, 2009 3:48 p. m.  
Blogger Alyxandria Faderland said...

Para tranquilidad de ambas, lo que me dio un sueñazo terrible con La Pastoral, fue una direccion atroz y una ejecucion acorde a esta. Bien ejecutada, cerras los ojos y sos la novicia rebelde saltando entre los pajaros; como lamento que en esa epoca el you tube estuviera en pañales, hubiera sido un somnifero de lo mas potente. Muy lindo el dire... pero de musica, cero.

febrero 11, 2009 1:51 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Procuraré aportar algo cuando me sea posible.
Un saludo

febrero 11, 2009 7:53 a. m.  
Blogger Chela said...

Tienes razón que en los tiempos del Principe de Viana,(por cierto siempre me gustó ese cuadro, desde pequeña) lo que contaba era el espiritu guerrero puesto que estaban siempre en luchas de poder y rivalidad. El estudio y la cultura era un atributo por añadidura, pero nunca sustituíia el valor y la capacidad como estrategas para la guerra.

Me gusta tu estilo de narrar la historía. Una forma agradable de difundir el conocimiento.

Un abrazo, Leo.

febrero 12, 2009 11:47 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Hola, Leo!.
Hace poco he descubierto tu blog, y me ha gustado mucho.
En todas las épocas han habido casos de gente que no merecía gobernar y por determinadas circunstancias y hasta usando sucios métodos lo ha logrado (ya sé que suena típico, pero un buen ejemplo actual sería Bush).
La reina metió la pata, vaya chapuza que le hizo al hijo, aunque claro, la mentalidad de esa Epoca esperaba que la mujer pensara antes en el marido que en ella misma y fuera sumisa como debe ser

febrero 12, 2009 1:24 p. m.  
Blogger almena said...

En fin, que intrigas palaciegas y cortesanas, intrigas del poder, intrigas sin fin a lo largo de la historia... la de ayer, la de hoy...
:)

beso!

febrero 13, 2009 10:51 a. m.  
Blogger clariana said...

Me ha gustado mucho como expones la historia del príncipe Carlos de Viana, lo interesante que es su persona y la nefasta ambición y actuación con él, de su padre Juan.
Se ve que Carlos era muy distinto a esta gente peleona e intrigante que había a su alrededor. Es importante tu labor en estos comentario de Historia, pues los haces amenos y es una forma de dar a conocer la Hª de España, muy interesante. Gracias y un beso.

febrero 13, 2009 2:38 p. m.  
Blogger Charles de Batz said...

Es un tema muy interesante, y que a los nos hemos interesado en algún momento por ese periodo de la historia de nuestra tierra navarra, no ha parecido un poco complejo.

Por un lado está la compleja personalidad de Juan II -que luego se vería reflejada en la de su hijo Fernando-.

Por otra, se trataba de una cuestión de derecho -el navarro de la época frente al áragones también de la época-, que daba diferentes interpretaciones al derecho sucesorio en el caso de que el consorte fuera varón. Y es aquí por donde atacó en cierta media Juan II.

También, la misma reina Blanca pidió en su testamento a su hijo que respetara a su padre y que le obedeciera en honor al afecto que se tenían madre e hijo.

Así mismo, el Reino de Navarra se hallaba dividido en dos facciones Beamonteses y Agramonteses, cada una de las cuales apoyaban a uno de los dos bandos.

Por último,no hay que olvidar que los derechos sucesorios, una vez muertos deberían haber pasado a las hermanas de Carlos y ahí a la casa de Foix, lo cual hubiera alejado a Navarra de la esfera hispana para pasarla a la francesa.

Vamos que eran un tiempos complejos, llenos de magníficos confabuladores -imagino que más de uno lector de Maquiavelo-, y de muy dificil interpretación hoy en día.

Ha sido un gusto leerte, como siempre.

Salud

febrero 15, 2009 8:47 p. m.  

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