El rincón de Leodegundia

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sábado, febrero 21, 2009

Golosos

Dice el diccionario que golosa es la persona aficionada a comer golosinas y como golosina define al alimento delicado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto que para el sustento. Pues bien, yo me declaro golosa y tengo la gran suerte de vivir en un país en donde los dulces son muy ricos y variados, pero como no puedo hablar de todos ellos porque el artículo sería como el cuento de nunca acabar, me limitaré a daros a conocer unas cuantas confiterías de mi ciudad y de cada una de ellas elegiré el dulce que yo destacaría, lo que no quiere decir que el resto de los productos que ofertan no merezcan mis alabanzas.

Sólo haré una excepción para deciros que en mi reciente visita a Pola de Laviana, visité la confitería Conchi en donde hacen los mejores “Bartolos” del mundo, así los definió mi amiga lavianesa y cuando me lo dijo, creí que exageraba por un exceso de amor patrio, pero cuando los probé, tuve que reconocer que tenía razón. Estos pasteles los hacen prácticamente en todas las confiterías de Asturias y no se si en el resto del país también, pero os puedo asegurar, y de dulce entiendo, que como los de esta confitería ninguno.

y no es lo único bueno que se puede encontrar allí

Pasemos ahora a mi ciudad.

Quizás la confitería más antigua de Oviedo sea la de “Camilo de Blas” que procedente de León, se instala en Oviedo en 1914. Difícil destacar un dulce ya que todos los que tienen son buenísimos, pero quizás el mas representativo son los Carbayones, pastel que surgió para representar a Oviedo en la I Feria Internacional de Muestras de Gijón en 1924 y que fue bautizado con ese nombre que es con el que se conoce a los ovetenses. Están hechos con una base de hojaldre rellenos de almendra y yema cubiertos de un baño de azúcar.

Los pasteles de la foto que encabeza este artículo también son de esta confitería y aunque todos son de bizcocho y crema todos saben diferente, tienen un sabor finísimo y delicado. Y como no, tengo que destacar la bollería de la que sólo pongo una pequeña muestra y se podría seguir con las bizcotelas, las duquesitas… un no acabar, pero hay que pasar a otra confitería.

Nos vamos ahora a la confitería “Rialto” inaugurada en 1926 como restarurante y confitería Royalty, pasando a ser Rialto en 1936. Es muy agradable ir a merendar en un salón de ambiente agradable en donde se pueden degustar, además de sus variados y riquísimos pasteles las famosas tortitas con nata y caramelo. El producto más famoso de esa confitería son las Moscovitas hechas de almendra y chocolate y con ellas destacaría también las Princesitas elaboradas con mazapán con yema bañadas con mermelada y azúcar.

Caminamos ahora hacia la confitería “Peñalba” que desde 1930 endulza a lugareños y foráneos con sus exquisitos bombones que son el producto más representativo de esta confitería. De sus tartas yo destacaría la Saint Honoré.

¿Os apetecen unas pastas? pues el mejor sitio es la confitería “Santa Cristina”

Fundada en 1958 y situada enfrente a la Estación del Norte está esta confitería que a mi entender tiene las mejores pastas de todo Oviedo lo que no quiere decir que el resto de productos que ofrece no merezcan mención como por ejemplo las manzanas en hojaldre o los mini pasteles o las virutas de chocolate.

Visitaremos ahora otra confitería que lleva también muchos años ofreciendo buenos dulces, me refiero a la confitería “Asturias” de ella destaco sin lugar a dudas las nueces glaseadas, bocados exquisitos que llenan de placer.

Otra confitería que no hay que dejar de visitar es la “Auseva” durante toda la semana ofrecen buenísimos pasteles, pero además, los sábados y domingos hacen una variedad de strudel que es una delicia, bueno como postre en cualquier comida o como compañero ideal para el café o el te de la merienda.

Y para terminar este recorrido del dulce visitaremos la confitería “Ovetus” fundada en 1993 y que compite con “Peñalba” en la elaboración de bombones, pero como de bombones ya hablamos, de aquí destacaré los pasteles de manzana muy delicados e idóneos para los que nos les gusten los pasteles demasiado dulces, tienen un sabor fino y delicado.

Todavía quedan muchas otras confiterías que merecerían estar en este artículo pero comprenderéis que llevo una semana comiendo dulces sin parar porque para hacer las fotos compré los dulces y una vez fotografiados no era cosa de tirarlos, así que me los comí y me temo que desde el comienzo de reportaje dulcero hasta el final habré engordado al menos para rellenar una talla más y como sabéis que el peso es fácil subirlo, pero bajarlo cuesta un poco más, ahora tendré que estar una semana a verduritas. Pero nos despediremos con estas exquisiteces de chocolate de la confitería Ovetus.

¡Hummmm, que buenas están!

sábado, febrero 14, 2009

Tótems


A pesar de que está de moda pasar de las religiones, de que se está viviendo una vida llena de materialismo donde las cosas del espíritu están mal vistas, no podemos ocultar que la humanidad desde sus comienzos necesitó siempre de un ser o seres superiores, alguien a quien encomendarse, a quien alabar, a quien ofrecerle sacrificios, e incluso alguien a quien echarle las culpas cuando las cosas no salían como se quería.

Por este motivo surgieron los tótems. Cualquier entidad natural, ya sea animal, vegetal o fenómeno de la naturaleza, puede llegar a ser un tótem cuando se convierte en objeto de culto. Normalmente se representan en un poste de madera esculpido y pintado, pero también podían ser heráldicos y estar esculpidos en las fachadas de las casas haciendo referencia a los orígenes míticos de la familia.

Hay un lugar en Canadá frente a la costa occidental, concretamente en las islas Reina Carlota y dentro de estas islas en la de Anthony, en la que se pueden encontrar, luchando contra el tiempo y sus inclemencias, unos treinta y dos tótems que son el mejor legado de los indios haida que vivieron durante muchos años alejados del hombre blanco y lo que se conoce como civilización, y que prácticamente desaparecieron a finales del siglo XIX cuando dicha civilización se empeñó en integrarlos en su forma de vida. Una de las causas fue la gran mortandad entre sus miembros al contraer enfermedades para las que sus cuerpos no tenían defensas.

En la aldea de Nistints todavía se pueden ver estos tótems y unas diez casas construidas en madera de cedro, aunque ahora se ven como podéis apreciar en la foto, en su día estaban bellamente pintados con vistosos colores, pero el paso del tiempo, el viento y la lluvia terminó por quitarles el color pero no la fuerza expresiva de sus figuras.

Los trabajos para lograr estas tallas se hacían en madera de cedro rojo y su destino era honrar a personalidades del clan como poste totémico, o bien cuando alguien importante moría, como poste funerario, en este caso se hacía una hueco en la parte superior en la que se depositaban los restos incinerados del difunto. Las figuras que se representaban eran escenas de la vida del personaje al que iban dedicados o figuras mitológicas o fantásticas y en el extremo solía adornarse con el animal que representaba al clan.

Una de las teorías sobre los tótems es que se le utilizaba como depositario de una parte del alma de las personas que se ponían bajo su protección, o lo que es lo mismo, la persona cedía una parte de su espíritu al tótem y así si le llegara a suceder algo su alma perduraría a través de él.

Estos indios haidas vivían principalmente de la caza y la pesca para lo que utilizaban unas canoas de hasta veinte metros de longitud y capacidad para unas cincuenta personas, fabricadas con troncos de cedro que partían por la mitad. Se dividían en dos clanes Cuervos y Águilas, cuando les llegaba la hora de casarse, tenía que buscar su pareja en el clan contrario estableciéndose la nueva familia en el clan del varón.

Muchos de esos tótems fueron destruidos por los misioneros al considerarlos símbolos paganos. Otros fueron trasladados a los museos quizás queriendo resguardarlos de las inclemencias del tiempo y de los ladrones que trabajan para los coleccionistas y los que quedan sirven hoy en día como reclamo turístico, algo muy lejano del motivo por el que fueron construidos y si es verdad esa teoría de que:” la persona cedía una parte de su espíritu al tótem y así si le llegara a suceder algo su alma perduraría a través de él” me imagino que esas almas estarán muy tristes al comprobar que esos símbolos tan importantes para ellos perdieron toda espiritualidad.

sábado, febrero 07, 2009

Nacido para reinar

“El Príncipe de Viana” de José Moreno Carbonero (1858-1942)


Si, Carlos, Príncipe de Viana, había nacido para reinar y sin embargo no reinó y de eso se encargó su padre, personaje con una gran capacidad para crear conflictos y que a pesar de que precisamente él no había nacido para reinar, si reinó. Así es la vida.

Veamos, Carlos era hijo de la reina Blanca de Navarra y del que luego fue Juan II de Aragón, por lo tanto heredero de ambas coronas, pero como ya dije, no reinó. ¿De quién fue la culpa? como en todos los conflictos, creo que a todos los integrantes en el mismo les corresponde una parte:

A la madre, que en el afán de todas las madres de que su marido y sus hijos se llevan bien, en muchas ocasiones meten la pata y Blanca de Navarra la metió pues aunque en su testamento nombraba heredero universal a su hijo primogénito Carlos, le recomendaba que por el respeto debido a su padre, no se coronara rey sin la bendición de este, lo que nos demuestra que la pobre ni conocía bien a su marido ni tampoco a su hijo.

Al padre, que en su afán de gobernar aun sin derecho ninguno, vio el cielo abierto pues lo que menos tenía en mente era darle la bendición a su hijo.

Al hijo, pues hay que reconocer que no era un príncipe heredero al uso, no olvidemos que todo esto se desarrolla hacia el año 1441 en que muere la reina y en esa época lo que hacía ganar puntos a un heredero era que fuera peleón y ambicioso por naturaleza y de ambas cosas andaba escaso Carlos. De niño, en lugar de perseguir a gorrazos a sus amigos, a los pajes, a las criadas, al perro y gato y a todo ser que se moviera a su alrededor como haría todo buen heredero, se dedicaba a estudiar apartado de las luchas e intrigas palaciegas. Quizás esto fuera lo que provocó la inquina que le tenía su padre porque tengamos en cuenta lo que sentiría cuando preparados para intervenir en una de aquellas algaradas tan corrientes sus amigotes le preguntaran ¿dónde está tu hijo, no viene a luchar con nosotros? y el padre tuviera que contestar, pues no, está en casa estudiando. Las risotadas del grupo seguro que alertaban al enemigo y al padre se le pondría la cara de un insano color granate. Claro, hoy eso sonaría bien, que un hijo prefiera quedarse estudiando a participar en algún evento sería el deseo de todo padre, pero en aquella época las cosas no funcionaban así.

Bien, visto que cada uno a su manera tenía su responsabilidad veamos lo que sucedió.

Aunque Juan II no pintaba nada en el gobierno de Navarra ya que sólo fue rey consorte y el heredero de la corona era su hijo, a la muerte de su esposa y como no pensaba darle la bendición al heredero, se tomó todas las atribuciones que pudo llegando con su postura a propiciar la formación de dos bandos, los beamonteses que apoyaban a Carlos y los agramonteses a él. Estas diferencias llevaron a los dos grupos a enfrentarse en la batalla de Aibar en donde Carlos fue hecho prisionero pues de lucha sabía poco y de astucia menos y los que le apoyaban debía de andar flojillos también en esos temas.

Juan era un hombre acostumbrado a mandar y a tomarse atribuciones ya que su hermano el rey de Aragón, Alfonso V, casi siempre estaba ausente y además no tenía descendientes lo que le dejaba el camino libre para hacer y deshacer a su antojo hasta que por fin, cuando el rey murió, el pudo ponerse la corona con todos los derechos, derechos que tendría que pasar luego a su hijo Carlos al ser el primogénito, pero si no estaba por la labor de dejarle ser rey de Navarra, mucho menos le dejaría serlo de Aragón a pesar de que tanto las Cortes del reino como las catalanas le exigían que lo nombrara príncipe heredero y futuro rey.

Para complicar aún más las cosas Juan II había vuelto a casarse, esta vez con Juana Enriquez, mujer ambiciosa según dicen, que quería la corona para su hijo Fernando al que el rey otorgó los títulos de duque de Montblanc, conde de Ribagorza y señor de Balaguer que le hubieran correspondido a Carlos según los capítulos matrimoniales en su boda con Blanca de Navarra y que por tradición tenían que ser concedidos al primogénito. Hubo presiones para que el rey cediera a favor de Carlos y este firmó un documento denominado Concordia de Barcelona que aparentemente resolvía el problema, pero sólo era aparentemente ya que poco después Carlos era detenido y encarcelado en Lérida por orden de su padre al ser acusado de mantener tratos secretos con el rey de Castilla. Metedura de pata de Juan II que originó una guerra civil tanto en Navarra como en Aragón y Cataluña lo que obligó al rey a liberar a su hijo y a firmar otro documento por el que le reconocía como heredero, claro que esto fue sólo de boquilla pues los planes del rey era que su hijo Fernando fuera el heredero de la corona y para lograrlo hizo todo lo que pudo y mas para acorralar a su primogénito frustrando cualquier maniobra que éste intentara para obtener las coronas que por ley le pertenecían.

Se puede decir que Carlos no fue feliz en su vida, un padre que no le quería, una esposa que no le dio heredero, un intento frustrado de casarse con Isabel de Castilla, la intromisión de su padre para que no pudiera realizar una alianza con Francia y así recuperar el trono de Navarra y sobre todo su carácter que no valía para todas estas luchas e intrigas no le dieron ni paz ni reposo y quizás lo único que le complació fue su amor por la música y la literatura. Escribió varias obras siendo la mas destacada la titulada “Crónica de los reyes de Navarra”.

Murió a los cuarenta años de muerte natural aunque siempre quedó la sospecha de que hubiera sido envenenado por su madrastra con el visto bueno del rey.