El rincón de Leodegundia

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viernes, octubre 27, 2006

Sin pies ni cabeza

Si, sin pies ni cabeza es como actúa el género humano muchas veces y una demostración de ello, son los juicios llevados a cabo en los que los procesados no son personas si no animales.

Para daros una idea de a que me refiero os diré que en 1935 fue ajusticiado en Atenas un papagayo porque seguía gritando “¡Viva Venizelos!” a pesar de que la revolución había derribado a este político heleno. En Rusia la GPU fusiló a unos loros que cantaban canciones capitalistas y zaristas, claro que en este caso sus maestros de música recibieron el mismo trato. Y como va de loros que no aprenden bien a rectificar sus ideas, el doctor Otto Kraus, curándose en salud, puso un anuncio en el principal periódico alemán diciendo que no se hacía responsable de las ideas políticas de su papagayo, esto sucedió cuando los ejércitos de Hitler fueron derrotados.

Pero no fueron sólo los animales que saben hablar los ajusticiados, en 1457 fueron presos una cerda y sus seis lechones por el delito de “asesinato y homicidio en la persona de Juan Martín”, la sentencia fue que: “La cerda fuera castigada y condenada al último suplicio y ser colgada de un árbol por la patas traseras y en cuanto a los lechones como no se pudo comprobar que participaran en el delito, fueran devueltos a su dueño”.

Y para citar un caso moderno, el doctor Oliver Brachfeld cita en una nota de la traducción del libro de Rath-Vegh que en Junio de 1948 la revista londinense Lilliput narra la historia de dos perros setters irlandeses a los que un abogado de Los Angeles les legó en su testamento una cantidad equivalente a 1.500 libras esterlinas. Después de tres semanas de debates, el juez citó a los afortunados perros pero como no pudieron contestar razonablemente a sus preguntas, les denegó la herencia. ¿Realmente el juez esperaba que los perros contestaran a sus preguntas?, ¿era necesario un juicio y tanta deliberación para al final denegarles la herencia?

Otros muchos animales fueron juzgados a lo largo de la historia, bueyes, asnos, caballos, insectos, hormigas, langostas, orugas….., a los que era posible se les detenía y encarcelaba y luego se les juzgaba con todas las formalidades y si eran culpables, eran públicamente ejecutados en castigo a sus fechorías, ¡faltaría más!

Veamos ahora con un poco más de detalle uno de esos juicios:

Corría el año 1519, cuando en el día de Santa Úrsula en la aldea de Flurus, Simón Fliss vecino de Stilfs, se presentó ante el juez con la siguiente petición:

Según lo prescrito en tales casos, los ratones necesitaban un abogado defensor, por lo que el juez nombró uno de oficio para que no pudieran tener motivo de queja.

Nombrado el abogado defensor, Simón Fliss eligió a Minig von Tartsch como acusador por parte de los habitantes de la aldea.

y este, para que empezara el juicio, citó en el día ya mencionado al abogado de los ratones campestres. Se empezó por llamar a los testigos, todos ellos de pueblos vecinos para que el juicio fuera imparcial. Empezó entonces el interrogatorio de los testigos que después de dar sus nombres y decir en que localidad vivían, explicaron lo que sabían del asunto.

La verdad es que no aportaron más datos que los de haber visto a los acusados en los campos y eso si, como buenos campesinos que también eran, hablaron además de los destrozos de las pérdidas, pues el dinero es importante en cualquier época. Una vez finalizadas sus declaraciones, la acusación pasó a hacer su alegato:


Terminado el acusador, le tocó el turno al abogado defensor que a mi entender demostró mucho interés por sus defendidos. Esto fue lo que alegó:

Después de haber escuchado tanto a la acusación, como a la defensa y a los testigos, el juez pasó a dictar sentencia.

Podéis observar que las formas jurídicas fueron guardadas escrupulosamente, mostrándose el tribunal de una forma imparcial tanto al dictar sentencia como al escuchar a los testigos, era necesario condenar a los ratones por los daños, pero fueron indulgentes con las embarazadas o con los que todavía no podía caminar por su corta edad, pero eso si, se rechazó el buscarles otro lugar de residencia como pedía su defensor.

Y os preguntaréis ¿obedecieron los ratones?, pues lo siento mucho porque eso no lo se, ese dato no figura en los archivos quizás porque ya bastante les parecería guardar los datos referentes al proceso tan tonto como para tener que acaba confesando que los ratones no se dieron por enterados, así que lo mas seguro es que siguieran tan tranquilos en los campos de los que oficialmente fueron expulsados y este que aparece aquí seguro será uno de sus descendientes.

NOTA: La información para este artículo me la proporcionó MARIAN, muchos ya la conocéis y para los que no la conocen, pueden pinchar en su nombre y llegarán a su página.

viernes, octubre 20, 2006

El cóndor de oro

Si quieres escuchar la música, pincha aquí.


Corría el año 1534 cuando el joven soldado Juan Valverde se enamoró de una bella muchacha indígena con la que huyó a la tierra natal de ella, Píllaro, en los Andes, y durante tres años fueron muy felices, pero la felicidad no es eterna y un buen día se presentó un destacamento de soldados españoles en el lugar y Juan aterrorizado ante la idea de que lo apresaran y lo declararan desertor lo que supondría su ejecución, decidió viajar a España con su esposa, quizás quería pedir la protección del emperador.

Para pagar el viaje necesitaba dinero y fue entonces que los ancianos del lugar le contaron que en las montañas había escondido un gran tesoro. Dicho tesoro procedía del oro reunido para liberar a Atahualpa que había caído en la trampa que le tendió Pizarro y al que le pedían para su liberación una cantidad de oro capaz de llenar su celda hasta la altura de un hombre. El oro empezó a llegar desde todas las partes de Imperio, pero los españoles no cumplieron el trato y le dieron muerte y fue entonces cuando el general Ruminahui que todavía no había entregado los tesoros a los españoles, decidió esconderlos y continuar la lucha.

Ruminahui que procedía de Quito hizo un llamamiento a todos los pueblos para luchar contra los españoles, castigó cruelmente a los que no quisieron colaborar y formó la resistencia indígena ayudado por otros jefes y estaban tan bien organizados que estuvieron a punto de vencer a los invasores, pero la naturaleza se le puso en contra al entrar en erupción el volcán Tungurahua y muchos indios vieron en esto una señal de enojo de los dioses y abandonaron al general. Él empezó su retirada y empleó la técnica de tierra quemada para que los españoles no se pudieran aprovechar de ninguno de los poblados. Al llegar a Quito también la destruyó, reunió todos los tesoros y los escondió en las montañas. Pero la suerte no estaba con él y Benalcázar lo persiguió y lo alcanzó en su propia región de Píllaro y lo condujo a Quito. Lo sometió a las más crueles torturas para que revelase el lugar donde había escondido los tesoros pero él callaba o les indicaba lugares erróneos hasta que un día los españoles cansados de tanta terquedad y de que les tomara el pelo, lo ahorcaron.

Después de escuchada esta historia, Valverde se dirigió a las montañas y al cabo de dos semanas regresó con una gran cantidad de tesoros entre los que se encontraba un cóndor de oro con esmeraldas a modo de ojos y alas de plata. El jefe del poblado le dijo que podía llevarse todo lo que trajo menos el cóndor que debería de permanecer escondido hasta que los españoles fueran expulsados de los Andes y el imperio inca recuperara su antiguo esplendor; así que el cóndor regresó a su escondite.

Cuando por fin regresó a España, el emperador Carlos no se conformó con lo que le traía (sabido es que nuestro emperador siempre andaba corto de dinero) y le ordenó que revelara el lugar donde estaban escondidas tales riquezas o le serían confiscados todos sus bienes. Se escribió entonces el llamado “Derrotero de Valverde” en donde se especifica el camino que hay que seguir, con detalle de los bosques, los caminos, los ríos y las cumbres a recorrer a partir de Píllaro para encontrar el magnífico tesoro inca situado en las montañas de Ecuador, pero hasta la fecha dicho tesoro sigue sin ser encontrado a pesar de las muchas expediciones que se enviaron a la zona y el misterio aumenta cada vez que algún aventurero se adentra en Llanganati y no regresa. Además se dice que en esa zona se dan temperaturas polares junto con tormentas asombrosas, hay grandes inundaciones y ruidos sobrecogedores, su vegetación es extraña con un musgo en el que casi se puede hundir una persona ya que cubre la boca de un abismo. Verdad o exageración, el caso es que el tesoro sigue reposando en algún lugar.

Nota: La música, como siempre, es regalo de Incondicional, que siempre encuentra la melodía apropiada.

viernes, octubre 13, 2006

Parece mentira

Si, parece mentira que viviendo en el siglo XXI algunas supersticiones siguen tan vivas como hace cientos de años. Algunas personas creen en ellas ciegamente y otras, aun sin creer, procuran tomar precauciones para “por si acaso”.

Entre las supersticiones las hay conocidas por todos como las referentes a las escaleras, a los gatos negros, los espejos, la sal o el número 13 y otras no tanto, o al menos para mí, como las que protagonizan los murciélagos, la cama, los tornillos o las lámparas.

Lo bueno de las supersticiones es que casi todas, así como tienen consecuencias nefastas, también tienen una fórmula para contrarrestarlas, repasemos algunas de ellas. Se dice que pasar por debajo de una escalera da mala suerte y además quita la posibilidad de casarse durante ese año (bueno, eso no se si será en realidad una mala suerte), pues bien, si despistados como vamos por la calle cometimos ese error y al no ver la escalera del que está reparando algo en una fachada, pasamos bajo ella, tiene la posibilidad de quitarse la mala suerte haciendo el signo de la figa o puñesín como decimos en Asturias (cerrar el puño metiendo el dedo pulgar – más conocido como gordo – entre el índice y el medio o corazón), o si uno no tiene ganas de enredar los dedos también puede escupir tres veces a través de los escalones cuidando no darle al operario que está en la escalera o escupir una vez por encima del hombro derecho o bien escupir en el zapato y seguir caminando sin volver la cabeza hasta que la saliva esté seca, claro que esto último puede ser peligroso pues si vamos pendientes del secado de la misma nos podemos dar un encontronazo con la farola más próxima.

De los murciélagos se dice que tienen un carácter protector y benéfico y que si se ve uno de día trae buena suerte pero si se le molesta y sale volando, se lo toma a mal y lo que trae es mala suerte. Sin embargo si un murciélago entra en una casa indica desgracia en la familia, pero existía una costumbre campesina que el murciélago que hubiera entrado en la casa se clavaba detrás de la puerta de entrada como amuleto de buena suerte, cosa que a mi entender además de ser una crueldad es una marranada.

Lo de tocar madera de sobra es sabido que se hace cuando se desea que suceda algo bueno, muchos habréis oído decir “toca madera”, pero no vale toda, no, la madera no debe de tener patas, por lo que no vale una mesa, una silla o un taburete, por poner un ejemplo. Cuando no se tiene nada de madera cerca tampoco vale tocarse la cabeza, por eso del serrín con el que algunos la tenemos rellena, por experiencia propia se que no da resultado.

Y pasamos ahora al número trece, este si que es a mi entender el peor considerado de todos y si además de trece es martes entonces a ponerse todo el mundo a cubierto. Hay varios refranes para el trece y martes, el que yo recuerdo dice: “En trece y martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes”. No se de donde procede ese odio al número trece, pero hay lugares en los que ese número no se pone a ninguna casa, algunas líneas aéreas se lo saltan al numerar los asientos, lo mismo que en algunos hoteles con las habitaciones y hay personas que llegan al extremo de que si tienen que decir ese número, por no nombrarlo dicen “doce más uno”. No conozco más remedio contra esta superstición que a ser posible no usar ese número para nada.

Y algo tan útil en mi tierra como el paraguas, también tiene su lado negativo. Nunca debe de abrirse un paraguas en sitio cerrado y menos dentro de la casa o incluso en el porche porque se desencadenará el mal llegando incluso a la muerte. Sucede también que el que abre un paraguas en día de sol invoca a la lluvia (si esto fuera verdad y dada la sequía en nuestro país el gobierno debería decretar por ley que durante unos días señalados todos los ciudadanos saliéramos a la calle bajo el sol abrasador con el paraguas abierto, pero me temo que no funciona). Y ojo con que se nos caiga el paraguas al suelo, porque eso nos traería una decepción amorosa segura y tiene mal arreglo porque debe de ser otra persona la que nos lo recoja y últimamente los gestos “caballerescos” no abundan.

Pasemos ahora a las tijeras, con estas si que hay que tener cuidado, por ejemplo: si al posar las tijeras apuntan a una persona puede suceder que si es soltera así se quedará para el resto de sus días y si es casada su marido le será infiel, ¿será que se dejan muchas tijeras por ahí apuntando a diestro y siniestro?, lo digo porque al parecer últimamente hay muchos “infieles”. Sigamos, pues no digamos nada si las susodichas tijeras caen al suelo y con su punta señalan a una persona pues le cae una desgracia fijo. Y otra cosa y esto vale tanto para las tijeras como para cualquier objeto punzante (cuchillo, tenedor, alfiler…) nunca se deben de regalar a un amigo porque al poco tiempo se perderá esa amistad, pero si el amigo a cambio entrega una moneda, aunque sea la de menor valor el maleficio quedará roto o bien si se le pincha un poquitín con el objeto a regalar, aunque me temo que para esto no habrá muchos voluntarios, creo que preferirán quedarse sin el regalo.
En cuanto a los alfileres, se dice que si se ponen en los zapatos y se pisan al andar se olvidan los amores desgraciados, claro que esto no me extraña, de lo que te acordarás será de la mala hora en que se te ocurrió hacer esa tontería cuando los alfileres te pinchen los pies.

Hay muchas otras supersticiones como la posición de la cama para disfrutar de salud y larga vida, su cabecera tiene que estar orientada hacia el norte o hacia el este y nunca poner los pies en dirección a la puerta; o la escoba que puesta invertida detrás de la puerta no sólo ahuyenta a las brujas si no también a las visitas pelmazas, pero que ninguna soltera se pase la escoba sobre los pies descalzos que corre el peligro de no casarse nunca; o las lámparas, que si hay tres encendidas sobre la misma mesa es señal de muerte; o la mesa, de la que se dice que si ya tiene puesto el mantel nunca se debe dejar sobre ella dinero pues la comida sentaría fatal a los comensales. También se dice que dos personas al mismo tiempo no deben de recoger los platos y vasos de la mesa pues de hacerlo una de ellas moriría ese año y que trece personas alrededor de una mesa invitan a la muerte y sin embargo nueve traen calma.

Y las puertas, los zapatos, los espejos, la sal y muchos animales como cuervos, zorros, cornejas, grajos cisnes, gallos golondrinas, avispas, salamandras, polillas ………. también tienen su importancia, e incluso los colores hay que tenerlos en cuenta pues su lenguaje puede encerrar superstición.

Y yo me pregunto, si tenemos que tener en cuenta todas estas cosas y me quedé corta contando, ¿nos quedaría tiempo para hacer algo en la vida aparte de analizar todos los días lo que nos rodea?. No se si las supersticiones funcionan o no, pero para por si aca….. cuidadín cuidadín.

Eso si, que quede claro que los gatos ni negros ni de ningún otro color traen mala suerte, son unos animalinos maravillosos.

viernes, octubre 06, 2006

Pintó a la mujer morena

Julio Romero de Torres, el que pintó a la mujer morena, el que tenía el alma llena de coplas, el que se definió a si mismo como “cantaor” frustrado, nació en Córdoba el día 9 de Noviembre de 1874 en el seno de una familia en la que el amor al arte estaba siempre presente, su padre, Rafael Romero Barros, crea el Museo Arqueológico, hace restauraciones en la Mezquita, publica estudios sobre arqueología y pintura, dirige y enseña en la Escuela de Bellas Artes y realiza excelentes obras como pintor.

En el taller de su padre y junto a sus hermanos Rafael y Enrique también pintores, Julio aprende los secretos de la técnica de la pintura y así en el año 1895 da sus primeros pasos para expresar por medio de la pintura el tema que será inagotable a lo largo de su vida artística: la copla representada por bellas mujeres.

Después de haber participado en varias exposiciones en las que los méritos del pintor empiezan a reconocerse, en 1907 los llamados “independientes” celebraron en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una gran exposición en la que Romero de Torres presenta tres obras, tres figuras de mujer: “Carmen”, “Bendición” y “Fuensanta” que alguien calificó como piropos realizados en cuadros, no piropo como lisonja a una mujer si no como expresión andaluza de elogio encendido y pasional a toda mujer. Al año siguiente Julio consigue la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado “Musa gitana”.

Muchas fueron las modelos que posaron para Romero de Torres y se cuenta que más de una se convirtió en su amante aunque ellas lo desmintieron, pero la fama de seductor de Julio, hombre de buena planta, se convirtió casi en leyenda llegando a decirse que dentro de un cojín que tenía en su estudio guardaba mechones de pelo de todas aquellas que habían caído rendidas a sus encantos. Todas sus modelos fueron importantes para él, pero quizás se podría destacar a: Dolores Castro Ruiz, cantante conocida como “Dora la cordobesita” que sirvió como modelo al pintor en muchas ocasiones y su rostro ilustró la etiqueta del anís “La cordobesa”; o la bailarina sevillana Elisa Muñiz, “Amarantina”; o María Teresa López, popularizada en los billetes de 100 pesetas que en su reverso tenían el cuadro titulado “Fuensanta”.

En el atardecer del día 10 de Mayo de 1930, Julio Romero de Torres fallece en Córdoba y su muerte fue una gran pérdida para todos los cordobeses que se unieron para llorar su muerte, se cerraron los comercios, los teatros, los cafés, las tabernas y todos pasaron en larga procesión ante sus restos expuestos en el caserón de la Plaza del Potro para rendir homenaje al pintor que fue un fiel intérprete del alma cordobesa. Muchas flores fueron arrojadas desde ventanas y balcones sobre el féretro y no sólo de las manos de sus modelos, todo el pueblo de Córdoba quiso que reposara entre flores, pero a pesar de su muerte, él sigue vivo en sus cuadros, algunos de los cuales podréis ver a continuación.

“Alegrías” 1917
Muestra a la bailaora catalana Julia Borrull iniciando un paso de baile que marca el ritmo de la guitarra y las palmas.


“Samaritana” 1920
Como en todas sus pinturas, los ojos de la modelo tiene una mirada misteriosa, su postura relajada que reposa sobre una preciosa ánfora de cobre nos proporciona una sensación de serenidad.

“Naranjas y limones” 1928
Obra de gran erotismo cuya modelo, una joven madrileña llamada Asunción Boué, tiene entre sus pechos desnudos un puñado de naranjas. En aquella época esta obra produjo mucha polémica y es quizás una de las más conocidas de este pintor.

“La niña de la jarra” 1928
María Teresa López, modelo de varias de sus obras, figura aquí sobre un fondo tenebrista en la que el pintor desea destacar el rostro de una adolescente morena y soñadora y una jarra vidriada.

“Viva el pelo” 1928
Esta obra nos ofrece un precioso estudio sobre los reflejos que produce la luz sobre el pelo de la modelo, Pepita Suárez Parias, y en el que remata la obra con una fina peineta que recoge el moño de la mujer. Este sencillo cuadro es uno de mis preferidos.

“La chiquita piconera” 1930
Esta obra se considera como el testamento pictórico de Romero de Torres ya que la terminó en febrero de 1930 y él falleció en Mayo del mismo año. La modelo es María Teresa López.

La publicidad también reclamó las obras de Julio Romero de Torres, como es el caso de la empresa Unión Española de Explosivos que cada año encargaba a un notable artista español un cuadro para el almanaque que editaba todos los años y estos que veis a continuación son los pintados por nuestro artista.

Aquí podéis ver el billete de 100 pesetas dedicado a Romero de Torres

Y para finalizar ya que el espacio es limitado, quiero mostrar unos sellos de correos que se dedicaron tanto al pintor como a su obra y deciros que si vais a Córdoba no dejéis de visitar el museo de Julio Romero de Torres ya que los cuadros vistos al natural son mucho mejores que las fotos que yo pongo aquí que sólo os servirán como muestra.